“EL REFLEJO DE NUESTROS PADRES”

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Seguramente, alguna vez en tu vida te has hecho preguntas como: ¿Qué me hace ser quién soy? ¿Por qué actúo de tal o cuál forma? e incluso, ¿Por qué elegí la pareja que tengo o las que he tenido?

Si tu respuesta fue afirmativa, acompáñanos a descubrir un poco de ello…

Tanto tú personalidad como tu forma de actuar y de interactuar con los demás están relacionadas de manera directa con el vínculo que creaste con tus padres o quienes te cuidaron durante tu infancia y desarrollo.

Cuando sé es niño contamos con circuitos emocionales innatos que a su vez constan de emociones básicas o primarias, las cuales tienen un origen genético y se desarrollan posteriormente, en la medida en que el niño va descubriendo el mundo, acompañado de sus cuidadores (que usualmente son los padres) y figuras cercanas, durante su crecimiento va perfilando estas emociones dando lugar a lo que conocemos como carácter o personalidad.

Es entonces, que, en la formación de nuestra personalidad se ve implicada el tipo de apego que generemos partiendo de nuestra infancia.

Si la relación con los cuidadores fue acertada o sana, cuando sea adolescente se regulará de manera adecuada, terminando su desarrollo y maduración cerebral consiguiendo regular sus impulsos y emociones, por otro lado quienes generalmente han tenido una infancia traumática, o sin suficiente apego a sus cuidadores, presentan altos grados de ansiedad cuando son adultos y durante la etapa de la adolescencia llegan a presentar conductas de riesgo para su propia persona es aquí, que se puede presentar el inicio de una adicción.

Por lo tanto, el generar un buen apego con tú padre y tu madre influyen en que tengas un buen control de impulsos, que consigas o no expresar adecuadamente aquello que sientes y piensas, así como una buena autoestima y autoconciencia lo cual te llevara a mantener tu propio bienestar.

Hasta ahora ya hablamos sobre de donde viene nuestra personalidad, pero… ¿Qué son los apegos?

El apego es ese vínculo emocional que se genera entre un bebé o niño y la persona adulta que lo cuida, que como lo habíamos mencionado normalmente son el padre o la madre.

Existen diferentes estilos de apego emocional en las relaciones, las cuales corresponden con el estilo de apego generado en la infancia. A continuación, hablaremos un poco de cada uno de los estilos de apego:

  • Apego seguro

Caracterizado por la incondicionalidad y por la constancia que tiene el cuidador al proporcionar las atenciones necesarias, haciendo sentir al niño querido, aceptado y valorado, lo que permitirá que el infante se relacione con el mundo de manera activa y confiada. En la adultez, este se verá reflejado en la capacidad que la persona tendrá al identificar y comunicar sentimientos y emociones de preocupación y ansiedad de manera asertiva, así como de responder a las necesidades con responsabilidad.  

  • Apego ambivalente y ansioso

La ambivalencia está caracterizada por la vivencia de emociones o sentimientos que se oponen entre sí, lo que genera sentimientos de angustia o temor, ya que hay inseguridad con respecto a si las necesidades serán  o no satisfechas, ocasionando que en la vida adulta quienes crecieron bajo un estilo de apego ambivalente sean muy sensibles a sus emociones, ya que aprendieron que para sobrevivir y tener atención necesitaban exagerar su angustia, emociones y necesidades para que otros pudieran verlos y atenderlos, lo que en la mayoría de las ocasiones crea dependencia emocional.

  • Apego evitativo

Quienes crecieron bajo este tipo de apego, han asumido que no pueden contar con sus padres o cuidadores, lo que indudablemente les genera sufrimiento. En este caso, el cuidador puede alimentar, bañar, etc., pero no responde a las necesidades emocionales, provocando que el niño piense que tiene que renunciar a sus emociones para poder ser cuidado y atendido.

En la vida adulta, esta desconexión tendrá como consecuencia que la persona tenga dificultades para sentir, identificar y expresar sus emociones, aparentemente son auto – suficientes y con autoestima alta, sin embargo, una vez que comienza a experimentar intimidad, se angustian porque se acercan a lo emocional y no saben cómo manejarlo.

Como podrás darte cuenta, son muchos los factores que influyen en el “¿Por qué somos o no de una u otra forma?”, y por lo tanto que nuestras relaciones sean sanas o tóxicas, por ello la importancia de conocer los factores de riesgo de cada persona en el establecimiento de nuestras relaciones para buscar el apoyo adecuado y cada quien pueda trabajar y sanar en sus apegos.

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