“LIBRE PARA DECIDIR, PERO CON RESPONSABILIDAD”
Uno de los métodos más eficaces para educar y preparar a nuestros hijos para enfrentarse al mundo real es hacerlos responsables de su propio bienestar para ello no solo requieren oportunidades, sino también nuestra guía y motivación.
De pequeños sus responsabilidades serán elegir los colores para dibujar, que ropa usar o que deporte practicar. Más tarde tendrán que elegir su grupo de amigos, que actividades hacer para divertirse y que carrera estudiar. Esto significa que se requiere libertad para tomar decisiones propias, pero ello implica hacerse responsable de las consecuencias que estas tengan.
Los niños desde pequeños necesitan aprender que toda acción viene acompañada de una consecuencia ya sea agradable o desagradable, por lo que, al escoger determinada conducta, automáticamente aceptan sus consecuencias.
La naturaleza nos enseña día tras día que existen consecuencias relacionadas con nuestros actos. De nuestras acciones resultan castigos o recompensas. Así, por ejemplo, si nos paramos bajo la lluvia, nos mojamos; si no comemos sanamente, nos enfermaremos.
La sociedad también nos enseña, mediante sus costumbres y reglas, que quien no cumpla con ellas se atendrá a las consecuencias. Así, el conductor que se pasa un auto puede recibir una infracción, quien comete un delito puede ser detenido, el que llega constantemente tarde al trabajo puede perderlo.
Tomar decisiones responsables para disfrutar de sus resultados positivos, así como evitar decisiones irresponsables para no enfrentar sus repercusiones, implica un entrenamiento para triunfar en todos los aspectos de la vida. Al aplicar las consecuencias pertinentes como resultado de conductas inapropiadas dentro del hogar y la escuela, fomentaremos este aprendizaje dentro de un ambiente de amor y apoyo, pues, de lo contrario, esta lección de vida tendrá que aprenderse en el mundo real, de una manera hostil y ruda.
Los niños que aprenden de sus padres que sus conductas tienen consecuencias estarán más preparados para considerar los efectos de cada decisión suya.
Una de las habilidades más difíciles de los padres es lograr implantar consecuencias cuando estos violan las reglas establecidas. Las principales causas de esta dificultad son las siguientes:
- Quieren verlos contentos. Sin embargo, se necesita tener presente que la seguridad y el bienestar a largo plazo son más valiosos que la alegría momentánea.
- Quieren ser aceptados. A pesar de que los chicos se resienta por las consecuencias que se les pone, esto va a ser temporal ya que también agradecerán el amor y la preocupación que se les demuestre.
- Se preocupan de ser muy estrictos. No confundamos los términos de disciplina y rigidez. Educar un niño con disciplina es hacerlo con amor y responsabilidad, para que alcance auto respeto. Educarlos con rigidez implica enseñarles actuar responsablemente, pero sólo en presencia de los adultos, rebelarse a sus espaldas. Se permisivo puede hacernos más populares con nuestros hijos, pero esto no les dará las herramientas necesarias para su futuro.
- No se tiene la energía o la confianza para imponer la autoridad. Resulta más sencillo ser permisivo que enfrentarse a la resistencia de los chicos cuando se cumple con las consecuencias que se han establecido. Sin embargo, es importante no desistir, pues de lo contrario sólo conseguiremos enseñarles a no respetar ninguna figura que representa autoridad.
Poner límites ayuda a los niños a saber que conductas apropiadas esperemos de ellos; imponer consecuencias claras de muestra el valor y la importancia que le damos a dichas conductas. Éstos aspectos están relacionados íntimamente y no pueden funcionar uno sin el otro.
Poner reglas sin llevar a cabo sus consecuencias, trae como resultado la pérdida de la confianza y, por tanto, motiva a buscar conductas inapropiadas. Es más, con ello estaremos mandando un doble mensaje: “Esperamos que actúes de una manera adecuada, pero si no lo haces no existen repercusiones “. Establecer consecuencias da seguridad, al prever los resultados que se obtendrán en caso de no cumplir con las reglas establecidas. Lo importante es hacerlo de una manera efectiva para que tenga el impacto deseado. Las características de las consecuencias con resultados efectivos son las siguientes:
Se relacionan con la conducta no deseada. “Cómo llegaste tarde no tendrás nuevamente permisos “.
Son razonables. Son proporcionales a la magnitud de la conducta no aceptable y respetan siempre las necesidades básicas del individuo, como su autoestima, su necesidad de relacionarse con sus padres, su independencia, etc.
Se aplican oportunamente. Para aprovechar la situación como una experiencia de aprendizaje, se aplican las consecuencias inmediatamente después de darte la conducta inapropiada.
Son claras. Si las consecuencias se presentan de manera elaborada, pareciera imposible cumplirlas.
Se aplican con consistencia. Es necesario que los niños y jóvenes aprendan de sus errores. Para ello necesitan hacer una conexión clara y predecible entre su conducta y sus consecuencias. De no educarlos así, crearemos en ellos confusiones y seguridad.
Se ponen en vigor de una manera calmada y respetuosa. No se busca que los chicos aprendan a ser responsables únicamente para evitar el castigo, sino que aprendan a asociar responsabilidad con sentimientos placenteros como el orgullo y la satisfacción.
Los adolescentes que han aprendido de sus padres que las acciones tienen consecuencias se encontrarán una posición más segura cuando llegue el momento de tomar decisiones cruciales, como elegir si consumen uno alcohol u otras drogas. Serán capaces de distinguir las consecuencias inmediatas, como sentirse culpable al ser descubiertos, salir lastimados en algún accidente automovilístico, etc. también podrán predecir las consecuencias a largo plazo, como descuidar sus estudios, no alcanzar sus metas y objetivos, ser rechazados por su familia o amistades, eventualmente perder su salud física y emocional, hasta llegar a la muerte. Al evaluar lo anterior llegar al siguiente razonamiento: “Soy libre para decidir, pero me hago responsable de las consecuencias. “.
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