«RECONOCER TUS EMOCIONES PUEDE SALVARTE LA VIDA»
La farmacodependencia es conocida como la enfermedad de las emociones. Por ello, al hablar de prevención de adicciones, es necesario entender el papel que desempeña el manejo de los sentimientos cuando nuestros niños y jóvenes se encuentran ante la posibilidad de consumir alcohol y otras drogas.
De pequeños aprendemos que existen sentimientos «buenos» y «malos», los buenos no le preocupan a los demás, está permitido sentirlos; los malos tienen que reprimirse, pues los adultos no saben cómo enfrentarlos.
En algunas ocasiones las personas aprenden que los sentimientos placenteros son buenos, mientras que los sentimientos displacenteros son malos, por lo que hay que reprimirlos. Si un individuo tiene un sentimiento doloroso, se siente culpable y avergonzado, cree que está cometiendo algún error y, por consiguiente, no habla de su malestar con nadie.
En otras familias se les enseña a los niños que los sentimientos dolorosos son buenos y los sentimientos placenteros son malos. Así, creen que solamente la gente que sufre es buena, y aquella que disfruta de los placeres de la vida son pecaminosos. Como resultado, reprimen el placer y procuran el dolor.
Algunas personas más aprenden que los sentimientos son malos, que es necesario ser fríos y calculadores, pues experimentar sentimientos es señal de debilidad. Los hombres deben ser enojones y peleoneros, mientras que las mujeres tienen que ser sensibles y tiernas.
También hay quienes creen que ser es pensar, por lo que utilizan su intelecto para reprimir sus emociones, pues las consideran peligrosas y erróneas; no les dan cabida en su vida. El mensaje que emiten es no sentir.
En realidad, el ser humano está conformado para experimentar todas las emociones, por lo que resulta natural tener sentimientos agradables y desagradables. No existe la división entre sentimientos buenos o malos. Algunos pueden ser dolorosos, pero no por ello dejan de ser necesarios. Sentir dolor es una señal muy útil, pues indica la existencia de un problema que requiere solución. Los sentimientos placenteros, por el contrario, nos dicen que todo marcha adecuadamente.
Se puede iniciarse en el consumo de alcohol para buscar estados emotivos placenteros. Sin embargo, anestesiar sus emociones no le permite desarrollar nuevas y más eficaces habilidades en el manejo y comunicación de éstas, ocasionándole una dependencia al alcohol cada vez mayor. Es un hecho clínicamente observable que el consumo de alcohol detiene el proceso de maduración emocional, durante el cual se adquieren las habilidades necesarias para enfrentar sentimientos de miedo, enojo, dolor y ansiedad.
La incapacidad para afrontar los problemas, la ineficiencia para tolerar la frustración y manejar sentimientos nada agradables como la ansiedad, el enojo y la depresión, se convierten en factores que llevan a buscar alivio, consuelo o evasión en las sustancias adictivas.
Puede suceder que, en un principio, éste no sea el motivo del uso; sin embargo, el individuo descubre esta función catártica en las sustancias psicotrópicas y, así, lo que empieza como un uso por curiosidad y diversión, se convierte en la solución compensatoria para enfrentar las tensiones de cada día.
Nuestros niños y jóvenes conocen poco sobre sus sentimientos y cómo procesarlos. Requieren ayuda en esta importante habilidad de vida, para llegar a tener una salud emocional adecuada. Para ello, necesitan:
- Identificar sentimientos. Es sencillo conocer los sentimientos de otras personas, sobre todo si uno seguía por expresiones emotivas como el llanto, el tono de voz, la gesticulación, etc. Sin embargo, cuando se trata de reconocer nuestras propias emociones, resulta una tarea difícil de lograr. Probablemente llegamos a identificar la diferencia entre sentirse bien o mal, pero se nos dificulta nombrar nuestros sentimientos y, sobre todo, relacionarlos con los pensamientos que los generan.
- Apropiarse de los sentimientos. Apropiarnos de los sentimientos que experimentamos significa hacer consciencia de que los sentimientos son parte de nosotros mismos, y por tanto es nuestra responsabilidad y no de los demás cómo nos sentimos. Cada uno de nosotros tiene el control para lograr los estados de ánimo que queramos alcanzar y tenemos que aprender a hacerlo de manera funcional, no mediante el consumo de sustancias alteradoras del estado de ánimo.
- Expresar los sentimientos. Se pueden expresar sentimientos por medio de la pintura, la poesía, la música, la danza, etc. Sin embargo, resulta imprescindible aprender a expresarlos por medio de la palabra hablada. Aprender a comunicar verbalmente la tristeza, la frustración o el orgullo resulta una habilidad de vida fundamental. De no hacerlo, nos sentimos aislados e incomprendidos.
Las relaciones interpersonales dependen en gran medida de la habilidad de comunicarnos verbalmente, así se permite el acercamiento con los demás. La palabra es el puente hacia la intimidad, el apoyo y la unión de todo ser humano necesita.
Las emociones se relacionan con todos los aspectos de la vida. Manejarlas adecuadamente puede hacer la gran diferencia en la manera que los niños se enfrentan a situaciones estresantes, y a las decisiones críticas que tomen en la adolescencia sobre su consumo de alcohol y otras drogas. Tanto los padres de familia como los docentes de escuela tenemos la oportunidad de ayudarlos a desarrollar esta habilidad de vida tan necesaria, ofreciéndoles la opción de practicarla en la vida diaria.
Como es bien sabido se educa con el ejemplo; empecemos pues por identificar nuestros propios sentimientos, seamos lo suficientemente honestos para preguntarnos: ¿Cómo me siento hoy?
Sabemos que tienes preguntas acerca de cómo ayudar a tu familiar
¡Y nos encantaría escucharte! Comunícate con nosotros al (443)-3-13-99-26.
¡Gracias por visitar nuestro blog!
¡Cuidamos lo que más amas!


