Toda pérdida representa un duelo, ¿Cómo las enfrentan los adolescentes?

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La vida implica un proceso de cambios, crecimiento y pérdidas. Asimismo, toda pérdida requiere la elaboración de un duelo, ya que representa la ruptura de la conexión con algo o alguien valioso, sin que esto signifique necesariamente una pérdida por muerte. Es así que el Duelo resulta una reacción lógica y necesaria ante una pérdida importante con las que cada individuo se enfrenta en algún momento de su vida. Los adultos experimentamos nuestras peleas particulares tales como: pérdida de trabajo, de nuestra seguridad, de salud, de un proyecto, pérdida económica, de la pareja, etcétera.

También los niños experimentan sus propias perdidas: un juguete roto, el amiguito que ya no quiere jugar con él, la muerte de una mascota, la separación de sus padres, la muerte de un ser querido, entre otras; para los adolescentes, haber sido rechazados por el equipo, no ser aceptados como miembros del grupo, la ruptura de un romance, no ser invitadas a salir por el chico que les gusta, el divorcio de los padres, etcétera, son situaciones que les representan una gran pérdida, donde el duelo lo viven tan real y agudo como si hubiera muerto un ser querido.

Para cualquier persona todo duelo es considerado como un proceso difícil pero cuando se presenta en la etapa de la adolescencia resulta particularmente estresante pues genera emociones muy fuertes en los jóvenes. Sin embargo, a pesar experimentar un gran número de emociones displacenteras, se les dificulta relacionarlas con el hecho de estar viviendo una pérdida importante.

Así, con el característico deseo que tienen los adolescentes de buscar su autonomía y manejar sus propias vidas, puede llegar a afectarle seriamente no saber enfrentar el enojo, la confusión, la tristeza y el miedo que acompañan la pérdida de una relación o de alguna meta. Como no siempre reconocen o entienden dichos sentimientos, se sienten avergonzados, culpables e impotentes por lo que es autoestima se ve debilitada.

¿Y qué pasa con todas estas emociones no expresadas? ¿A dónde se va la tensión y el estrés que estás generan?

Los sentimientos tienen una gran influencia en las acciones de todo individuo, por lo que las conductas del Adolescente dependen en gran medida de sus habilidades para entender cuáles son las causas de sus emociones y cómo responder ante ellas de una manera constructiva.

Los jóvenes que no cuenten con las habilidades necesarias para manejar adecuadamente sus emociones no estarán capacitados para reconocer la causa de su malestar y, por consiguiente, no aprenderán a resolver sus problemas, lo cual les generará una gran tensión y ansiedad. Como es sabido, el estrés debilita la capacidad de solucionar problemas y de anticipar dificultades, llevando al individuo tomar decisiones débiles y a conductas riesgosas.

En ese sentido, la adolescencia puede ser una etapa de alto riesgo en la que los jóvenes que no estén capacitados para enfrentar una pérdida, junto con los sentimientos dolorosos que la acompañan, responderán adoptando conductas poco adecuadas como el uso y abuso de sustancias adictivas, buscando con ello Descargar toda tensión contenida y alcanzar mediante su consumo los estados de ánimo deseados.
En un principio el consumo de drogas puede ayudarlos a evadir o a disminuir su dolor, pero Asimismo les impide Aprender a manejar de manera constructiva sus estados de ánimo, ya que para hacerlo es necesario permitirse sentir y expresar todas las emociones.

Por consiguiente, un duelo no elaborado pudiera acarrear los jóvenes futuras complicaciones emocionales, puesto que, al no contar con otras alternativas de enfrentamiento, continuarán y aumentarán su consumo de sustancias adictivas, lo que les generará mayor ansiedad y dolor. De ahí que estamos hablando de una doble problemática: las consecuencias del uso y abuso de drogas, aunadas a la problemática emocional resultante del Duelo no resuelto.

El proceso de duelo consta de cinco etapas:

NEGACIÓN: Mecanismo psicológico de defensa, que nos protege de las cogniciones y sentimientos que no estamos preparados para manejar. En otras palabras, negamos la realidad que no estamos preparados para aceptar.

ENOJO: Respuesta natural y sana antes una pérdida dolorosa, que se genera ante la impotencia de recuperar lo perdido. Sin embargo, si el enojo no se expresa de una manera adecuada puede convertirse en un gran resentimiento que lleve al individuo a manifestar conductas destructivas, como la violencia hacia los demás o hacia sí mismo, o bien el consumo de drogas.

REGATEO: Intento desesperado de estar en control y de no enfrentar la realidad. En cierta medida, es una manera de negación muy benéfica dentro del proceso, ya que nos protege de una realidad que todavía no estamos preparados para aceptar.

TRISTEZA: Respuesta que generalmente se asocia a un duelo, aunque en realidad es una parte de todo el proceso. Hay diferentes formas de expresar el gran dolor que sentimos ante una pérdida: llorar o permitirse estar a solar, además de los rituales que cada cultura ha elaborado ante la pérdida de un ser querido, como los funerales o los servicios religiosos, entre otros.

El problema con la tristeza, al igual que con el enojo, es que si no se expresa adecuadamente puede convertirse en emociones destructivas, como la desesperanza y la auto-conmiseración, hasta derivar en una profunda depresión, con pensamientos suicidas, o bien a consumir alcohol o drogas, como una manera de escapar a estos sentimientos dolorosos.

ACEPTACIÓN: Existe una gran diferencia entre admitir una pérdida (cualquiera puede decirlo con palabras), y aceptar realmente que la pérdida ha ocurrido. La aceptación viene siendo la etapa final del proceso de duelo: habiendo pasado por la negación, enojo, regateo y la tristeza, se logra aceptar la pérdida que se ha tenido.

Cabe señalar que el paso de una etapa a otra no se da necesariamente de una manera lineal, por lo que se puede pasar y regresar nuevamente a alguna de ellas en varias ocasiones antes de concluir el proceso de duelo y lograr su objetivo final, que es la aceptación de la pérdida.

Cada una de estas etapas son saludables y necesarias para la elaboración de un duelo. Sin embargo, de no ser procesadas de manera adecuada, se corre el riesgo de estancarse en una de ellas, convirtiéndose entonces en una situación destructiva y de riesgo para el bienestar del individuo.

Son tareas cruciales para elaborar un duelo:

  1. Aceptar la realidad de la pérdida.
  2. Permitirse experimentar el dolor que produce la pérdida.
  3. Acoplarse al cambio que representa la pérdida.
  4. Retomar el sentido y el propósito de la vida, siguiendo adelante a pesar de lo perdido.
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