APRENDER MANERAS NO ADICTIVAS DE MANEJAR LA TENSIÓN
Durante el proceso de la estabilización, en una persona que se encuentra en recuperación de alguna adicción, en la mayoría de los casos se presentan problemas graves con la pareja, la familia, los amigos o el trabajo y la conciencia de estos problemas genera tensión que se debe aprender a manejar.
Para superar esta etapa y lograr la recuperación de manera exitosa, es indispensable aprender estrategias para la resolución de problemas, claramente que estas no sean adictivas. A menudo se desarrollan estas habilidades al convivir con otras personas y observar lo que hacen ya que cuando se pasa suficiente tiempo con alguien, se comienza a hacer lo que esa persona hace, sin pensar en ello, se le llaman conductas aprendidas. Un miembro de AA lo dijo de esta manera: «si llevas tu cuerpo a suficientes reuniones y pasas suficiente tiempo con alcohólicos sobrios, el programa estará en ti”.
La mayoría de las veces en esta etapa no se sabe cómo resolver problemas puesto que, durante años, la solución ha sido beber o consumir drogas y pensar las cosas después. El alcohol y otras drogas eran la única manera de solucionar los problemas. Por lo tanto, es importante aprender nuevas maneras de resolver problemas.
Aquí les compartiremos una serie de pasos o fases que ayudarán a desarrollar esta habilidad:
- Identificar el problema.
Cuando te encuentres con el primer signo de un problema, detente y di a ti mismo: «tengo un problema y debo hacer algo al respecto». Después respira profundamente y pregúntate, ¿qué está sucediendo en realidad? Formula la respuesta en tu mente. Probablemente llegues a una conclusión como: “Detesto mi trabajo o no puedo convivir con mi pareja”. Este es un buen inicio. Si sabes que algo está mal pero no puedes explicar el problema con palabras, es útil hacerte preguntas acerca de las áreas principales de tu vida como: ¿Qué me esta molestando de mi mismo ahora? ¿Qué me esta molestando de mi pareja o de mi familia ahora?
- Aclarar el problema.
El siguiente paso es definir exactamente cuál es el problema. No es útil ser general y vago en esta etapa, tienes que ser concreto y específico. Pregúntate a ti mismo: ¿qué está sucediendo exactamente ahora y por qué tengo dificultades para manejar esta situación? ¿Quién está participando? ¿En dónde me encuentro cuando ocurre este problema?
Haz como si fueras un reportero y pregunta cosas comenzando con quién, qué, cuándo, donde, por qué y cómo. Algunas preguntas típicas son: ¿qué es exactamente lo que hago yo o alguna otra persona para que esta situación sea un problema? ¿Cuándo sucede esto? ¿Dónde me encuentro cuando esto sucede? ¿Por qué estoy experimentando esto como un problema? ¿Cómo estoy interpretando la situación de manera que se vuelve más difícil de lo que realmente es?
Intentar responder las preguntas en tu cabeza puede conducirte a confusión Mucha gente descubre que es útil escribir sus respuestas; de esta manera, es mucho más sencillo ver exactamente lo que está sucediendo.
- Identificar alternativas.
El siguiente paso es determinar diferentes maneras de abordar el problema. Si crees que solamente hay una manera posible de resolver un problema, quizás estás atorado en una manera de pensar irracional. La mayoría de problemas tiene más de una solución, pero el pensamiento adictivo hace que no se vean otras opciones. Si crees que hay solamente una manera de resolver tu problema, probablemente necesitas la ayuda de alguien más para que te proporcione una mejor perspectiva. Se recomienda que la gente no actúe para resolver los problemas, sino hasta que haya visto, por lo menos, tres maneras distintas de abordarlo.
La Oración de la Serenidad nos dice que hay dos tipos de problemas: aquellos que podemos arreglar y los que no. Es importante conocer la diferencia.
“Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que si puedo cambia y la sabiduría para reconocer la diferencia.”
- Examinar las alternativas.
Vivimos en un mundo gobernado por la ley de las consecuencias. A toda acción sigue una reacción. Es posible predecir con precisión las consecuencias de nuestras acciones la mayoría de las veces. Sin embargo, desarrollar este tipo de buen juicio requiere práctica. Hay un ejercicio que se puede llevar a la practica y que consiste en tomar cada acción y responder 3 preguntas: Si actuó de esta manera…
¿Qué es lo mejor que puede suceder?
¿Qué es lo peor que puede suceder?
¿Qué es lo que probablemente sucederá?
- Decisión.
Decide qué vas a hacer. Es importante tomar una decisión para hacer algo de diferente manera y avanzar en tu recuperación.
- Acción.
Una vez que decides qué hacer, tienes que hacerlo. Muchas personas de AA dicen: Tómalo con calma, pero hazlo.
- Evaluación. Después de actuar, es importante que evalúes lo que ha sucedido. Siempre hay un resultado. No importa lo que hacemos, funciona o no.
Probablemente las cosas mejoran, permanecen igual o empeoran. Lo importante es intentar y aprender de las consecuencias. Todos somos seres humanos falibles. Sin importar qué tan cuidadosamente intentemos resolver los problemas, fracasamos en ocasiones.
Es conveniente señalar que el periodo de evaluación es esencial, no obstante, recuerda que si tus acciones no corrigen el problema, no significa que eres un fracasado. Has aprendido algo: que lo que intentaste no funcionó. Si algo no funciona, intenta algo distinto la siguiente vez. Mucha gente recicla las soluciones que no funcionan. Hay que recordar que el proceso de evaluación responde la pregunta: «¿funcionó o debo buscar otra solución al problema?»
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