El alcoholismo también afecta a los familiares y amigos
El alcoholismo es una enfermedad que incluye a la familia. Beber compulsivamente afecta tanto al alcohólico como a las personas que lo rodean: amistades, compañeros de trabajo, hijos, padres, relaciones amorosas y matrimonio; todos sufren los efectos del alcoholismo.
Siempre quienes reciben de manera directa los estragos de esta enfermedad siendo más profundamente afectados son las personas que están en contacto directo con el alcohólico y los que se preocupan más por él son quienes quedan literalmente atrapados a causa de su comportamiento.
Reaccionamos ante el comportamiento del alcohólico; cuando nos damos cuenta de que este problema con la bebida está fuera de su alcance, y ante esta situación tratamos de controlarlo.
Nos avergonzamos de las escenas que el alcohólico hace en público, pero en privado tratamos de arreglar la situación, sin embargo, no tardamos en sentirnos culpables y en cargar con las penas, temores y culpas del alcohólico.
También nosotros nos enfermamos.
Incluso las personas bien intencionadas a menudo comienzan a contar el número de tragos que toma el alcohólico. Vaciamos bebidas alcohólicas costosas por el fregadero, registramos la casa buscando las botellas escondidas y estamos a la escucha del sonido del sacacorchos. Todos nuestros pensamientos se encuentran en lo que hace o deja de hacer el alcohólico y en lo que podría hacerse para dejar de beber. Esto es lo que llamamos nuestra obsesión.
Es muy doloroso contemplar la manera en que un ser humano se va matando lentamente con el alcohol. Y aunque el alcohólico no parezca preocuparse por las cuentas por pagar, el empleo, los hijos o por su propia salud, la gente que lo rodea generalmente si empieza a preocuparse. Pero a menudo cometemos el error de encubrirlo y de arreglarle todo: tratamos de excusarlo, mentimos, tratamos de enmendar las relaciones que se habían echado a perder y nos preocupamos mucho más. Esto es lo que llamamos nuestra angustia.
Tarde o temprano, el comportamiento del alcohólico hace que los demás se enojen. Cuando nos damos cuenta de que el alcohólico está mintiendo, utilizándonos y descuidando sus responsabilidades, posiblemente empecemos a sentir que el alcohólico no nos quiere. A menudo queremos desquitarnos, castigarlo y hacerlo pagar por las penas y las frustraciones causadas por su incontrolable manera de beber. Esto es lo que llamamos nuestra ira.
En ocasiones, los más allegados al alcohólico empezamos a fingir. Aceptamos promesas y confiamos en el alcohólico. Cada vez que hay un periodo de sobriedad, por breve que sea, creemos que el problema ha desaparecido para siempre. Y aunque todos los instintos nos digan que la forma de beber y el comportamiento del alcohólico anda mal, aún seguimos ocultando nuestros sentimientos y pensamientos. Esto es lo que llamamos nuestra negación.
Quizá el peor daño que hemos sufrido aquellos que hemos vivido con un alcohólico es la idea insistente y tenaz de que la culpa es de otros quizás sentimos que es a causa de algo que hicimos, o porque no hemos estado a la altura de las circunstancias, o porque no somos suficientemente atractivos o debido a que no tenemos la inteligencia suficiente para haber resuelto el problema de nuestro ser querido. Esto es lo que llamamos nuestro sentimiento de culpabilidad.
Es por lo anterior que en Caminos Posibles trabajamos con la Familia, para que como familiar se consiga identificar lo que, sí se puede hacer, sin tratar de hacer las cosas por la persona que padece de la adicción.
No estás solo, en Caminos Posibles podemos ayudarte