«LA PAZ COMIENZA EN UNO MISMO»

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La paz, como el Amor, no existe por naturaleza, sino que es una manifestación consciente del Ser, un estado ideal. La Humanidad, a través de su historia, ha conocido muy pocas épocas de paz, porque siempre se ha creído que era un estado natural, que la paz la pueden hacer otros o que es posible imponerla por la fuerza o por decreto: no hemos comprendido que la paz, como el amor, sólo nace del corazón.

Si sembramos ahora mismo la semilla de la paz en el corazón de todos los niños y jóvenes y del resto de los seres humanos, pero principalmente dejamos que anide en nuestro propio corazón, mañana podremos vivir en un mundo de armonía.

La semilla de la paz se siembra con el ejemplo: demostrando en todo momento con una sonrisa nuestra voluntad de servir con amor a la causa de la paz; mostrando cada día nuestra capacidad de comprender, de perdonar, de ayudar; manifestando a cada instante nuestro espíritu de integración, de solidaridad y de colaboración. En fin, declarando siempre nuestra buena voluntad, amabilidad, responsabilidad y sencillez con todo el mundo. Así estaremos ayudando a construir un mundo mejor.

Cualquiera que lea este mensaje debería observar sus sentimientos y analizar si existe en ellos cualquier brote de rencor, odio, celos o resentimiento. Pues quien no tiene paz en su interior tampoco puede encontrarla en su hogar o país, ni, en general, en el mundo. Y es que sólo se recibe lo mismo que se da, se tiene y se siente.

Por tanto, no se debe pretender recibir aquello que no se es capaz de dar. Cada uno debe analizar cómo piensa, cómo actúa y qué trato da a los demás, y concluir si en realidad se ha hecho correspondiente con vivir en un mundo en paz.

Olvidemos, pues, todo lo que nos ha herido, nos ha hecho daño u ofendido, y permitamos que germine en nosotros la semilla de la paz, y así crezca la llama del amor en nuestro corazón. Buscar la paz externa es algo inútil.

Mientras una persona no ha encontrado su paz interior, la posibilidad de paz exterior no existe para ella, independientemente del lugar en el que viva, porque estará en conflicto permanente con los demás y con las situaciones de la vida. Al contrario, podríamos decir que alguien que tiene paz interior no importa dónde viva, pues en cualquier lugar encontrará paz a su alrededor; al proyectar paz y Amor, eso será exactamente lo que encuentre afuera.

La paz interior es una herramienta muy poderosa para el despertar de la consciencia y la trascendencia del espíritu. La paz permanente del espíritu se encuentra en el interior, en la propia consciencia, y es el resultado del desarrollo espiritual, es decir, del incremento de la comprensión.

La paz interior es un termómetro del desarrollo espiritual, y se mide en la capacidad de manejar las situaciones sin perderla.

La paz interior indica el grado de desarrollo espiritual de las personas. A medida que vamos avanzando en la comprensión de los principios que rigen el orden del Universo, empezamos a darnos cuenta de que sufrimos con menor intensidad, tenemos menos reacciones automáticas y nuestra paz interior aumenta.

En nuestro interior existe una energía con características especiales, a la que llamamos energía vital. Esta energía se utiliza en todas las funciones humanas asociadas con el pensamiento, la mente, los sentimientos y las emociones. Así como se elabora la glucosa, analógicamente, especialmente durante los estados de reposo mental, como el sueño o la meditación, se elabora esa energía vital. Cuando la energía vital asciende a la zona mental de luz, permite conectar las facultades superiores del ser humano. Sin embargo, muy pocas personas logran alcanzar dicha zona, porque la mayoría mantiene en su interior estados permanentes de conflicto mental, sentimental o emocional que consumen cantidades alarmantes de energía vital; además de ceder innecesariamente su energía vital a través del miedo, los apegos y la tendencia a involucrarse en experiencias que no les corresponden. El gran poder oculto de tener paz es precisamente la capacidad para no desperdiciar inútilmente esta preciosa energía que, al conservarla, nos convierte en sabios, Maestros, magos o santos… es decir, en seres humanos más completos y espiritualmente más desarrollados.

El desarrollo espiritual consiste en renunciar a alterarse ante los distintos acontecimientos. La energía vital puede permanecer, bien en la zona superior de luz aumentando la comprensión y claridad mental; en la zona media o de penumbra, donde está nuestro sistema de creencias que conforman nuestra ignorancia; o bien en la zona baja, de oscuridad o depresiva.

Cuando la persona no encuentra su paz interior entra en un estado de negatividad, en la cual se cierra a la posibilidad de llegar a un equilibrio, aparecen las confrontaciones, las quejas, las peleas, el ego aumentado, etc., justo cuando se esta en esta fase la persona el completamente vulnerable y busca en el exterior lo que en realidad debería buscar en el interior,  aquí pueden surgir las Adicciones, es por ello la importancia de aprender a estar para y con uno mismo, de conocerse a uno mismo voltear a verse con ojos de amor.

 

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