NEGACIÓN Y VICTIMISMO: MECANISMOS DE DEFENSA COMUNES EN LA ADICCIÓN

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En el mundo de la recuperación de adicciones, entender cómo funciona la mente de una persona con consumo problemático es fundamental. No basta con enfocarse solo en la sustancia o conducta adictiva; también es necesario identificar los mecanismos psicológicos que perpetúan el problema. Dos de los más comunes y destructivos son la negación y el victimismo.

Ambos mecanismos funcionan como formas de evasión que permiten al individuo justificar su comportamiento, evitar el cambio y no asumir las consecuencias de sus actos.

 

La negación: «No tengo un problema»

 

La negación es probablemente el mecanismo de defensa más fuerte y común en las adicciones. Se manifiesta cuando la persona rechaza o minimiza la gravedad de su consumo, sus efectos negativos o su responsabilidad en lo que está ocurriendo.

Formas comunes de negación:

  • «Yo puedo dejarlo cuando quiera»
  • «No estoy tan mal como otros»
  • «No me afecta en el trabajo o con mi familia»
  • «Lo hago para relajarme, no tengo una adicción»

Estas frases parecen inofensivas, pero reflejan una fuerte desconexión con la realidad. El cerebro de una persona adicta ha aprendido a evitar el dolor y el malestar, incluso el dolor emocional de ver el daño que está causando. La negación se convierte así en una forma de protegerse de la culpa, la vergüenza o el miedo al cambio.

La negación tiene una función adaptativa en un primer momento: evita que la persona colapse ante la gravedad de su situación. Sin embargo, cuando se mantiene en el tiempo, impide el acceso a la ayuda y bloquea el proceso de recuperación. Mientras la persona siga convencida de que “no pasa nada”, no buscará soluciones ni aceptará apoyo.

El victimismo: «Todo me pasa a mí»

 

El victimismo es otro mecanismo poderoso. En lugar de negar el problema, el victimismo lo reconoce, pero pone la responsabilidad fuera de uno mismo. La persona se percibe como alguien que simplemente ha tenido mala suerte o ha sido herido por los demás.

Frases típicas de victimismo:

  • «Mi familia nunca me apoyó, por eso caí en esto»
  • «Me dejaron solo, ¿qué esperaban que hiciera?»
  • «La vida ha sido muy injusta conmigo»
  • «Todos me juzgan, nadie entiende por lo que paso»

El mensaje de fondo es claro: “yo no soy responsable de mi situación”. Este tipo de pensamiento permite justificar el consumo o la conducta adictiva como una reacción “comprensible” al dolor o las circunstancias externas.

El victimismo es una forma de evitar la culpa y de recibir compasión sin asumir responsabilidad. En muchos casos, la persona realmente ha vivido situaciones dolorosas: abuso, abandono, pobreza, discriminación. Pero en el proceso de victimización, el sufrimiento se convierte en excusa, y no en una razón para sanar.

El problema con este enfoque es que mantiene a la persona atrapada en el rol de impotencia. Si todo es culpa de los demás o del destino, entonces no hay nada que hacer. Se perpetúa la dependencia emocional, el resentimiento y la pasividad.

 

Cómo afectan la negación y el victimismo el proceso de recuperación

 

Ambos mecanismos son grandes obstáculos en el camino hacia la sanación. No permiten que la persona vea con claridad su rol en el problema, ni que tome el control de su proceso de cambio.

  • La negación bloquea el reconocimiento del problema, lo que retrasa la búsqueda de ayuda.
  • El victimismo bloquea la acción personal, ya que todo se percibe como externo e incontrolable.

Cuando una persona en tratamiento sigue negando su adicción o se mantiene en el papel de víctima, es poco probable que se comprometa con su recuperación. Puede asistir a terapia, pero no integrar lo que aprende. Puede ir a un grupo de apoyo, pero sin asumir responsabilidad por su historia.

Además, estos mecanismos también afectan las relaciones con la familia, los terapeutas y los compañeros de grupo. La negación genera frustración; el victimismo puede generar rechazo o una compasión mal entendida que refuerza la pasividad.

¿Cómo trabajar la negación y el victimismo?

  1. Terapia individual y grupal
  2. Espejear con amor
  3. Promover la responsabilidad no la culta
  4. Trabajar autoestima
  5. Usar herramientas de escritura y reflexión

 

El cambio comienza cuando dejamos de huir

Aceptar la realidad puede doler. Asumir la propia parte en el problema puede ser incómodo. Pero son pasos necesarios para comenzar un verdadero camino de transformación.

La negación y el victimismo pueden haber protegido a la persona en algún momento, pero en el presente, la están frenando. Reconocer estos mecanismos no es una condena, es una invitación a crecer. La verdadera libertad comienza cuando dejamos de culpar al mundo o de escondernos, y empezamos a caminar hacia la responsabilidad, la sanación y el cambio.

 

 

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