Poner límites, es sinónimo de amor
En la actualidad vivimos inmersos en una sociedad que nos hace adquirir creencias erróneas sobre el tema del amor, tradicionalmente la idea de amar está relacionada con el deseo intenso de estar con alguien y compartir con otra persona unos lazos afectivos duraderos. Al escuchar la palabra “amar”, generalmente lo asociamos a un hombre o una mujer, al amor de pareja, sin embrago, al hablar de amor no se habla únicamente del amor de pareja, sino que también se hace referencia al amor de padres, de hijos, de hermanos y un tipo de amor muy importante el amor propio.
Amar no significa el dar todo por la otra persona, amar significa dar lo que le puedo dar a la otra persona, hasta donde yo le puedo dar, no hasta donde espera que le dé, es decir en el amor, también existen límites. Reconocer que existen ciertos límites afectivos no implica necesariamente dejar de amar, sino aceptar la posibilidad de modificar las relaciones en un sentido positivo.
En el caso de las familias, también se puede amar con límites, son de suma importancia en el núcleo familiar, puesto que juegan inclusive un papel de protección, ¿Protección? Si, protección de posibles apariciones de conductas de riesgo. Los límites son fundamentales en la familia debido a que otorgan en los hijos sentimientos de seguridad y protección, con ellos los hijos van adquiriendo conocimiento de las normas sociales y con ello la formación de sus propios valores, promueven el sentido del respeto hacia consigo mismo y hacia los demás, ayudan a desarrollar la tolerancia a la frustración.
Es entonces que los límites si son sinónimo de amor en la familia, puesto que con ellos se previenen situaciones de riesgo como las adicciones, en el caso de ellas hay que actuar ante los primeros signos de alerta, para que estas no avancen y pueda darse pronta rehabilitación.
Algunos padres ante esta situación deciden bajar los brazos y resignarse a que su hijo con el tiempo se convierta en un adicto que cada vez más incursiona en un camino sin retorno, desperdiciando un tiempo importantísimo en la vida de la persona.
La familia juega un rol muy importante dentro de la recuperación de la persona que sufre la enfermedad. Por ello es necesario que la familia se informe de cómo está relacionada y afectada por la adicción de su ser querido.
“Caminos Posibles”, brinda valiosa asistencia a los familiares y seres queridos de la persona con la enfermedad, mediante Talleres de Reeducación Familiar”, las cuales son estrategias familiares para el cambio con la supervisión de un profesional especializado y que permiten al adicto tomar contacto con la problemática por la cual está atravesando.
Es fundamental entender que al adicto de nada le sirven las palabras porque él vive en una especie de cápsula. Solo pueden hacerlo reaccionar hechos reales y concretos, las denominadas “situaciones límite”, que le hagan ver la necesidad de un cambio.
Para lo cual tiene que haber un proceso adecuado y un entendimiento de la situación que se está viviendo por parte de los padres. La puesta de límites tiene que ver con poner una pauta y responsabilizarse por las consecuencias. Ponerle límites a un hijo sobre todo cuando esto no se hizo antes, puede ser doloroso. La persona adicta puede ser cronológicamente adulta e incluso tener 60 años pero emocionalmente es un niño. La INTERVENCIÓN, consiste en acciones que pueden no agradar a la persona pero absolutamente necesarias para vencer, no a nuestro hijo, sino a la enfermedad que lo aqueja.
Lo que se propone es una estrategia basada en el amor y en el deseo de ayudar al hijo a curarse. Es un acto perfectamente planeado y controlado cuyo objetivo es demostrarle de manera inflexible que para gozar del privilegio de vivir con una familia tiene que cumplir con las pautas de rigen en el hogar.