TRAUMA Y CONSUMO DE DROGAS

 In Noticias

Es verdad que todo joven se encuentra en riesgo de abusar de las drogas, también se puede decir que existen situaciones de gran estrés y trauma en la vida de algunos de ellos que pueden incrementar su vulnerabilidad.

Los aspectos o conflictos normales en el desarrollo del adolescente son estrés ores que se pueden predecir en la mayoría de los jóvenes dentro de nuestra sociedad. Entre ellos se encuentran en la transición de los diversos niveles escolares, los cambios en las relaciones familiares y de sus padres a lo largo del proceso de maduración, los cambios de vivienda, el cambio de exigencias escolares etc. Enfrentarse con estas experiencias permiten la mayoría de los jóvenes lograr su independencia, medir sus límites y aprender nuevas habilidades.

Sin embargo, los estresores situacionales generalmente son impredecibles y no se consideran como parte del desarrollo normal del niño o del adolescente. Éstos pueden incluir divorcio o separación de los padres, muerte o pérdida de un familiar, conflicto familiar constante, alcoholismo o consumo de otra droga de algún miembro de la familia.

Cuando los aspectos del desarrollo normal interactúan con estresores situacionales, estos aumentan las habilidades adaptativas del adolescente. Sin embargo, a mayor cronicidad y severidad del estrés ocasionado por los estresores situacionales, será mayor el impacto negativo que reciba el Chico y por consiguiente habrá mayores probabilidades de qué este los enfrente de una manera desadaptadativa.

Es por ello que vivir un trauma va de la mano con el consumo de drogas. La persona traumatizada que experimenta una emoción profunda e intolerable junto con un dolor psicológico profundo puede llegar a descubrir que unos tragos de alcohol, consumir cocaína, marihuana, benzodiacepinas u otra droga puede traerle un rápido y seguro bienestar. En un inicio del dolor desaparece y se restaura el sentido de equilibrio emocional donde el inicio individuo cree en; sin embargo, eventualmente tanto el cuerpo como el cerebro exige mayores cantidades de la sustancia adictiva para producir los mismos efectos. Ya no es posible lograr el estado de bienestar que se alcanzaba en un principio, ya que tanto el cuerpo como la mente se ha dañado por el uso de drogas, por lo que el consumidor necesita seguir consumiendo para sentirse “normal”. Así, lo que en un inicio funcionó para amortiguar el dolor se convierte después en la fuente más poderosa del mismo dolor.

Se puede decir que existen dos tipos de trauma:

Situacional, que resultan de circunstancias externas como guerra muerte desastres naturales rupturas a miliares etc.

Acumulativos, que pueden resultar de la acumulación de experiencias como el abuso emocional, físico o sexual; la persistencia de problemas familiares o escolares.

En diversas investigaciones se ha encontrado que las situaciones traumáticas vividas en la infancia y la juventud afectan la salud mucho más que aquellas que se han vivido recientemente.

Alguna situación traumática presentará un déficit significativo de su desarrollo psicológico así como en su habilidad de involucrarse en relaciones que los nutran. Esto se debe al estrés acumulado a causa de inhibir las emociones durante un largo periodo, donde los traumas no resueltos no pueden integrarse en el patrón individual de pensar sentir y actuar del individuo.

Es por ello que, debido a la naturaleza impredecible, incontrolable y traumática del consumo de sustancias y de la adicción, los niños y jóvenes que viven en una familia con un familiar adicto, en general y ven situaciones muy estresantes y traumáticas que les puede generar mucho daño en caso de no procesarlos de manera adecuada.

Un sistema familiar saludable sr enfoca en las necesidades del chico durante sus años de formación. Al existir un compromiso y conexión entre sus miembros, las necesidades del pequeño se cumplen de una manera apropiada, lo que aumenta las probabilidades de que el niño se desarrolle como una persona adaptativa emocionalmente ajustada e independiente.

Sin embargo, dentro de una familia muy estresante el sistema familiar se organiza de manera diferente. El estresor puede ser cualquier situación que controle a un miembro de la familia, como podría ser el consumo de alcohol u otras drogas psicoactivas. Esta familia gira alrededor del consumidor y de la droga, tratando de anticipar y reaccionar ante las necesidades del adicto y de su conducta de mantenerlo funcionando y de guardar el secreto familiar, por lo que se gasta toda su energía en lograrlo. En esta familia el niño se encuentra fuera de la órbita familiar por lo que nadie se centra en sus necesidades. Más aún, generalmente, es el niño quien se preocupa por los adultos, tratando de enfrentarse y sobrevivir en ese sistema familiar que se ha creado alrededor de la droga.

Para los niños vivir con un adicto resulta un juego interminable para tratar de ajustarse a las circunstancias y reglas en constante cambio. No hay nada seguro ni nada predecible y la vida se convierte en una incertidumbre constante el familiar, alcoholizado o sobrio agresivo o pasivo.

Para que un niño pueda sentirse seguro se requiere estabilidad, y bien sabemos que esta rara vez se da en los hogares con problemas de adicción y alcoholismo. Por otro lado, resulta difícil poder confiar en alguien que constantemente humilla, ridiculiza, ofende o pone en riesgo físico al otro. Más aún, resulta muy difícil confiar en otros miembros de la familia que niegan, minimizan y racionalizan los incidentes que suceden.

Cuando los padres se concentran en el problema familiar que gira alrededor de las drogas no se encuentran capacitados para nutrir emocionalmente a sus hijos, bien estos no confían en los actos de amor y atención cuando ocurren, ya que se encuentran muy confundidos debido a las promesas incumplidas y a no poder depender de una interacción positiva y coherente. De ahí que surge una de las leyes que rigen la familia de los adictos: No confiar.

Otra de las leyes que rigen en estas familias es No hablar. Muchos niños temen que no les crean la realidad que viven, es posible también que se sientan culpables al mencionar los problemas familiares. Traidores al hablar de la situación que están viviendo, o bien muchos de estos niños no saben cómo expresarse. Crea mucha confusión el hecho de qué nadie habla de lo que sucede, por lo que se sienten completamente solos al creer que de nada le servirá hablar de cómo se siente, llegando a creer que si pueden bloquear sus emociones entonces el dolor desaparecerá.

Las leyes de no hablar y no confiar que rigen a las familias de los adictos les enseñan a estos chicos una tercera ley que es: no sentir. Los niños aprenden que tampoco es seguro sentir ni hablar de sus sentimientos y aprenden a descartar y reprimir sus emociones además de no confiar en nadie para compartirlos.

Ponerle palabras al trauma, hablar sobre lo ocurrido, ayuda a entender e integrar los eventos y nuestras reacciones ante ellas. Esconderlo pretender que no existe genera presión y otro tipo de complicaciones, como desórdenes de ansiedad depresión enfermedades psicosomáticas, enojo, problemas para relacionarse, trastornos del sueño y de la alimentación, así como también abuso de sustancias psicoactivas.

Es por ello que, humano resuelto puede darse el consumo de drogas. Ya que, ante la ausencia de oportunidades para compartir y recibir el apoyo necesario, el dolor llega a ser tan intenso que la persona acude a lo que aprendido que le funciona para amortiguar el dolor: el consumo de drogas.

Entonces la persona traumatizada aprende a depender de sustancias externas para regular su mundo interno, por lo que lo debilita cada vez más y consecuentemente deja de adquirir otras fuentes de bienestar a largo plazo. Mediante el consumo de drogas afrontan los músculos emocionales por falta de su adecuada ejercitación. El desarrollo de la personalidad de trunca o se desvía. El pensamiento se distorsiona y, así, el consumidor busca justificaciones para sí mismo para los demás sobre su consumo clandestino. La relaciones auténticas y honestas que en un principio le servían de soporte, empiezan a convertirse en facilitadoras para el consumo continuo, por lo que se va acumulando un trauma mayor, que genera una cantidad de dolor mucho mayor que en el inicio. Así, la supuesta solución el consumo de sustancias psico activas se convierte en la fuente de problemas mayores seguido de un dolor mayor que lleva a la búsqueda de drogas para poder amortiguarlo momentáneamente. De esta manera inician los intentos de auto medicarse para manejar el malestar emocional, sin estar conscientes de que el bienestar será temporal y a un precio muy alto. Los consumidores de sustancias adictivas creen, en un principio, que han encontrado la solución a su malestar, para después enfrentarse con otros problemas consecuencia de su consumo, hasta que algunos de ellos generan una enfermedad primaria llamada Adicción.

Sabemos que tienes preguntas acerca de cómo ayudar a tu familiar

 

¡Y nos encantaría escucharte! Comunícate con nosotros al (443)-3-13-99-26.

 

¡Gracias por visitar nuestro blog!

 

¡Cuidamos lo que más amas!

 

 

Recent Posts

Nop!