EMOCIONES DESAGRADABLES Y ADICCIONES.
Todas las adicciones se reducen de alguna forma, a no querer sentir dolor. Y así, cada vez nos volvemos menos resistentes a las emociones desagradables, no sólo al dolor, incluso al aburrimiento. Esto no significa que debamos soportar situaciones incómodas, más bien, que debemos aprender a gestionar de forma saludable nuestras emociones.
Las adicciones reflejan la incapacidad de una sana gestión emocional. La base de muchas adicciones es la dificultad para aceptar la frustración y manejar el rechazo. Nos mostramos permisivos con nosotros mismos y con los demás porque no sabemos tolerar el NO. Vivimos en una sociedad que promueve la gratificación instantánea (todo lo queremos rápido, nos molestamos si el repartidor de comida tarda dos minutos más) y evitamos el malestar a toda costa. Esta incapacidad de manejar las emociones desagradables nos guía a buscar alivios rápidos que nos hagan sentir bien momentáneamente, pero nos afectan a largo plazo, como las conductas adictivas: adicción a sustancias, problemas de alimentación, adicción a redes sociales, juegos de azar, etc.
El problema no está en lo que sentimos, sino en cómo actuamos en base a eso. La emoción en sí misma no tiene un valor positivo o negativo. Una emoción negativa es aquella que te produce una sensación desagradable. Las emociones positivas son aquellas en las que sientes el placer, alegría o bienestar. Nada más. Todas las emociones son válidas, necesarias y funcionales, sin embargo, estas dejan de ser adecuadas y funcionales cuando comienzan a impactar negativamente en el establecimiento de nuestras metas, afectando nuestro bienestar y calidad de vida.
Es entonces que hablamos de una desregulación emocional. Esta es la dificultad que tienen algunas personas de regular y gestionar sus emociones de manera efectiva, presentando dificultades para manejar sus emociones de manera saludable y adaptativa. La intensidad emocional, cambios de humor repentinos, dificultad para identificar emociones, impulsividad emocional, conductas auto lesivas o atracones, son características de una desregulación emocional.
Gracias a las emociones desagradables puedo:
Tristeza. Puedo darme lo que realmente necesita mi cerebro para regularse: pedir ayuda a alguien, escuchar música, dar un paseo, llorar…
Ira. Puedo identificar injusticias, poner límites y tener la movilización y activación con la que a veces es difícil conectar para cambiar lo que necesito mejore.
Culpa. Puedo ajustarla hacia la sensación de responsabilidad necesaria para reparar situaciones, vínculos, etc. Donde no he actuado como me hubiese gustado.
Envidia. Descubro qué necesito para estar mejor, o en qué me puedo inspirar para construir algo, a mi manera, que me haga sentir mejor.
Miedo. Me protejo, me salgo y también identifico si el mismo está actuando como boicot ante una situación que realmente me puede aportar bienestar.
En algunas personas la expresión de emociones ha sido castigada por los padres desde niños, porque era incómoda, molesta o bien “no era el momento para ello”. En muchas ocasiones, llegada la edad adulta, o incluso en la adolescencia, las conductas adictivas juegan un papel importante en la represión de emociones. El evitar “sentir”, viene de la mano con la escasa expresión de sentimientos y emociones, que puede proceder de un castigo reiterado en numerosos contextos y ambientes.
Reiterar que, ninguna emoción es negativa, todas nos dan información imprescindible para poder atender y cubrir nuestras necesidades. La clave está en permitirnos vivirla, escuchar qué nos quiere decir. Si realizamos esta escucha de forma activa, ni se enquistarán, ni nos bloquearán, ni las reprimiremos. Es importante tener presente, además, que una gestión perfecta de las emociones es algo imposible. Puede que en ocasiones no logremos identificar cómo nos sentimos, ni gestionemos esa emoción de la forma más sana, y no por eso se debe dejar de lado el procurar tener una vida los más plena posible; pues este proceso requiere paciencia y observación constante, para lograr conocer cada faceta de nosotros mismos.
Si presentas dificultad para conectar con tus emociones y gestionarlas de manera saludable, acércate a un profesional de la salud mental. Te brindará las habilidades y herramientas para que aprendas a cómo cambiar conductas, emociones, pensamientos y eventos que pueden causar malestar, así como también aprender a vivir cada momento de forma plena, aceptando las cosas tal como son.
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