«LA HERIDA DE ABANDONO»
Abandonar a alguien es apartarse de él, dejarlo, no desear más tener que ver algo con él. Muchas personas confunden el rechazo con el abandono. Por ejemplo, si uno de los miembros de una pareja, decide rechazar al otro, lo repele para no tenerle junto a sí. Sin embargo, si decide abandonarlo, se aleja, se marcha para distanciarse temporal o definitivamente.
La herida que se vive en el caso del abandono se sitúa además en el plano del tener y el hacer, y no en el del ser, como sucede con la herida del rechazo.
¿En que situaciones se puede desarrollar la herida del abandono?
- Un niño pequeño puede sentirse abandonado, si su madre se encuentra de pronto ocupada con un bebé nuevo, el sentimiento de abandono será aún más fuerte si el bebé necesita muchos cuidados porque es enfermizo o padece alguna incapacidad. El niño tendrá la impresión de que su madre lo abandona continuamente para ocuparse del otro, y comenzará a creer que así será siempre, que nunca tendrá a su mamá de otro modo.
- Siguiendo la misma línea, el infante puede sentirse abandonado si sus padres salen a trabajar todos los días y tienen poco tiempo para él; o por ejemplo cuando le llevan al hospital, donde deberá permanecer. El niño no comprende qué sucede. Si está consciente de que fue lo mínimamente caprichoso en las semanas previas, pensará que sus padres ya se cansaron de él, y el sentimiento de abandono tal vez sea más pronunciado. En el hospital, quizá decida creer que sus padres lo han abandonado para siempre. Incluso si acuden a verlo todos los días, el dolor que registró en el momento en que se sintió abandonado se vuelve importante. Este dolor provocará que comience a crearse una máscara, pensando que esto último le ayudará a no revivir más ese sufrimiento.
- Cuando los padres dejan al niño con alguien más durante las vacaciones, incluso si se trata de la abuela.
- Si la madre siempre está enferma y el padre está demasiado ocupado o ausente para hacerse cargo de él, de modo que se ve obligado a arreglárselas por sí mismo.
Muchas personas que sufren la herida de abandono, cuando eran pequeñas experimentaron una profunda falta de comunicación por parte del progenitor del sexo opuesto. Para ellos, este progenitor era demasiado reservado y aun cuando deseaban que se hiciera cargo de ellos, estaban convencidos de que no le interesaban.
La herida de abandono se vive con el progenitor del sexo opuesto. La persona que sufre de abandono también suele sufrir rechazo. Cuando es joven se siente rechazado por su progenitor del mismo sexo y abandonado por el del sexo opuesto, el cual cree que debía haberse ocupado de él, y sobre todo, que debió haber velado para que fuese menos rechazado por el otro progenitor.
El niño puede vivir también una experiencia en la que se siente abandonado por el progenitor del mismo sexo, cuando en realidad siente la herida de rechazo con este progenitor. ¿Por qué? Porque el progenitor de su mismo sexo, que no se ocupa de él, actúa de este modo porque se rechaza a sí mismo. Cuando un progenitor se rechaza a sí mismo y tiene un hijo de su mismo sexo, es del todo normal y humano que también lo rechace, aun inconscientemente, ya que el hijo constantemente lo remite a sí mismo.
Quienes sufren abandono consideran que no son queridos. La ausencia de alimentación física también puede originar la herida de abandono, la cual suele comenzar antes de los dos años de edad. La máscara que se crea el humano para intentar ocultar su herida es la del dependiente. Esta máscara se caracteriza por un cuerpo que carece de tono. El cuerpo largo, delgado y encorvado indica una herida de abandono muy importante. El sistema muscular no está lo suficientemente desarrollado y parece no poder sostener el cuerpo erguido, como si necesitara de ayuda para hacerlo. El cuerpo expresa exactamente lo que sucede al interior de una persona. El dependiente cree que no puede lograr nada por sí mismo, y por tanto, tiene necesidad de alguien más como sustento. Su cuerpo refleja esta necesidad de apoyo. Es fácil ver en esta persona al niño pequeño que necesita ayuda.
Los ojos tristes y grandes también apuntan a la herida de abandono. Son ojos que parecen querer atraer a otros con su mirada. Las piernas son débiles. Con frecuencia se tiene la impresión de que los brazos son demasiado largos, de que cuelgan pegados al cuerpo. Este es el tipo de persona que aparenta no saber qué hacer con sus brazos cuando está de pie, sobre todo cuando los demás lo miran.
¿Y qué relación hay con las adicciones?
Como ya es sabido, la adicción es una forma de evasión o escape que el individuo relacionado con ellas adquiere, debido a los pocos recursos y herramientas que posee, es tan grande su herida que prefiere acudir y “refugiarse” en el consumo de sustancias psicoactivas.
Si conoces a alguien en esta situación no dudes en sugerirle ayuda profesional.
¿Tienes dudas de cómo ayudar a algún familiar?
¡Contáctanos, nos encantaría escucharte!
Comunícate con nosotros al (443)-3-13-99-26.
¡Gracias por visitar nuestro blog!
¡Cuidamos lo que más amas!