ACEPTAR LA REALIDAD. ¿ACEPTAR LAS COSAS QUE NO PUEDO CAMBIAR?
Aceptar la realidad presente tal y como sucede no supone resignarse con lo que nos está ocurriendo. Significa ver la realidad tal y como es, para afrontarla mejor. En ciertas ocasiones de la vida, terminamos en situaciones que no podemos cambiar. La aceptación consiste en aceptar plenamente la realidad en situaciones que están fuera de mi control. Esto no significa que se apruebe la situación, que nos rindamos o que no sea doloroso. Seguimos teniendo el derecho a sentir, porque somos seres sensibles, pero al practicar la aceptación, limitamos el poder que el problema tiene sobre nosotros, y comenzamos a avanzar.
Sólo entonces podemos permitir que los acontecimientos se desplieguen a su manera, e influir en ellos a través de nuestra conducta. Aprender a aceptar la realidad, es el comienzo de la verdadera transformación, sobre todo en un proceso de rehabilitación. Y es una parte fundamental de nuestro desarrollo personal.
A menudo la aceptación se confunde con la autocomplacencia o con la resignación. Y no tienen nada que ver.
La aceptación no implica debilidad como muchos piensan, nada tiene que ver con ser débil, más bien se acerca a la sabiduría, porque solo podemos cambiar aquello que conocemos. El tener la capacidad de decidir nuestra propia actitud ante lo que se está viviendo.
A veces nos aferramos a situaciones complicadas, que nos hacen daño y tienen difícil solución, continuando en ellas porque no queremos soltar «lo que es nuestro», o porque pretendemos resolverlas a nuestra manera. Permanecemos ahí, dándole vueltas a un conflicto que nunca parece resolverse.
En determinadas situaciones, la única solución verdadera es aprender a «soltarnos», para no quedar atrapados en una situación que nos hace daño y nos roba la energía para continuar nuestro camino y seguir creciendo.
A menudo, dejar perder una batalla, soltando lo que creíamos poder ganar, significa ganarnos a nosotros mismos, y abrir la puerta a cosas mucho mejores.
Aunque en realidad aprender a aceptar las cosas como son, no es posible sin un paso previo: aceptarte a ti mismo.
Nuestra capacidad para influir en nuestras circunstancias depende en gran medida de nuestra manera de ver las cosas. Y eso depende a su vez de como nos vemos a nosotros mismos.
Se ha demostrado que la práctica de la aceptación reduce los sentimientos de vergüenza, culpa y ansiedad, también reduce la angustia al enfrentarse a pensamientos o acontecimientos negativos. Las habilidades de afrontamiento de la aceptación se relacionan con menores tasas de enfermedad mental y suicidio.
Declaraciones de afrontamiento. Son frases que recuerdan que es posible pensar de forma diferente y más sana. Repetirlas puede ayudar a superar los momentos difíciles, algunos ejemplos:
–Es lo que es.
-No puedo cambiar lo que ya ha ocurrido.
-Puedo aceptar las cosas como son.
-Solo puedo controlar mis propias acciones y reacciones.
-Es lo que hay, aquí y en este momento.
La práctica de la atención plena es de gran ayuda, nos enseña a practicar la aceptación y la benevolencia hacia nosotros mismos y hacia los demás. En el fondo se trata de aceptar la realidad, y amarte incondicionalmente, lo que se contrapone al cultivo del ego y al amor basado en el mérito (quererme a mí mismo – o no – en función de mis resultados).
El objetivo es tratarnos con la misma amabilidad, cariño y compasión que mostraríamos hacia un buen amigo. Desgraciadamente, no solemos tratar a casi nadie tan mal como nos tratamos a nosotros mismos.
Aceptar es un verbo: es un proceso activo, que debes practicar conscientemente. No es tan sencillo aprender a aceptar la realidad de nuestro dolor físico o emocional, nuestro aspecto, nuestra relación con nuestra pareja, o lo que ocurrió en el pasado. Necesitarás tiempo y trabajo: pero cada vez que practiques la aceptación de un aspecto concreto de tu vida, estarás creando nuevas conexiones neuronales en tu cerebro, y te irás sintiendo mejor.
No existen soluciones generales, para superar algo que ocurrió en el pasado. No es lo mismo superar una ruptura amorosa que sufrir estrés postraumático por un accidente o una agresión. Cada situación y cada persona es distinta.
Si el malestar persiste por meses o años, es recomendable visitar a un profesional de la salud mental.
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