«LA HERIDA DE LA HUMILLACIÓN…»

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La herida de la humillación surge entre el primer y tercer año de edad. Esta herida aparece ligada sobre todo al mundo físico, al ámbito del tener y hacer. Surge en el momento en el que se desarrollan las funciones físicas, en donde el niño comienza a comer solo, a comportarse con propiedad, a ir al baño, a hablar solo, a escuchar y a comprender lo que los adultos dicen etc.

El surgimiento de la herida de humillación se produce en el momento en que el niño siente que uno de sus padres se avergüenza de él, o teme que se avergüence de él cuando está sucio, cuando ha hecho un estropicio (principalmente en público o en familia), cuando está mal vestido, etcétera. Sin importar la situación que provoca que el niño se sienta rebajado, degradado, comparado, mortificado o avergonzado en el plano físico, la herida despierta y comienza a adquirir importancia.

Pese a que sea pequeño, el bebé puede percibir el desagrado que ha causado en sus padres, y sentirse humillado y avergonzado.

Esta herida puede experimentarse en diferentes ámbitos, según lo que suceda entre el primer y tercer años de edad. El niño se siente rebajado si se percibe a si mismo demasiado controlado por uno de sus progenitores, o si cree no tiene libertad para moverse como desea en el plano físico.

La herida de la humillación suele experimentarse con mayor frecuencia con la madre, aunque también puede vivirse con el padre cuando es el quien ejerce el control y desempeña el papel de madre, al mostrarle al niño cómo comportarse etc.,

El niño que sufre de humillación se crea la mascara de masoquismo. El masoquismo es el comportamiento de una persona que encuentra satisfacción al sufrir. Aun cuando lo hace inconsciente, procura el dolor y la humillación la mayor parte de las veces., se las ingenia para hacerse daño o para castigarse antes de que alguien más lo haga.

Para quien sufre de esta herida, le es difícil expresar sus verdaderas necesidades y lo que realmente sentía desde que era pequeño, ya que no se atreve a hablar por temor a experimentar vergüenza, o avergonzar a alguien más.

Las heridas que se experimentan en la infancia y que no se trabajan terapéuticamente habalndo9, pueden llevar a la persona a acercarse al consumo de sustanci8as y desarrollar una adicción, ya que en ellas “encuentran el alivio” que no habían experimentado con anterioridad.

En Caminos Posibles trabajamos también con las heridas que cada usuario presenta y de esta manera colaboramos en el sanar de cada individuo.

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